por Mariana Maggio[i]
Los sistemas educativos enfrentan un enorme desafío a la hora de incorporar las tecnologías de la información y la comunicación en las prácticas de la enseñanza. En algunos casos, se trata de una situación deseada o elegida, con tiempos de diseño y espacios formativos especialmente diseñados. En otros, y como parte de políticas de dotación de dispositivos a gran escala, el fenómeno se produce de forma rápida y no siempre da lugar a una preparación adecuada. En ambas situaciones puede suceder algo muy parecido: que terminen siendo pocos los docentes que realizan inclusiones genuinas de tecnología en sus prácticas, con sentido pedagógico y una potencia que promueva aprendizajes enriquecidos. Este fenómeno de pocos constituye un riesgo enorme, porque dadas las formas del conocimiento en la contemporaneidad, los nuevos entornos no son un mero accesorio que genera un aura de sofisticación o innovación. Son parte del entramado de la construcción del conocimiento y la negación de ello conduce, necesariamente, a enseñar no sólo desde una perspectiva clásica sino desde un enfoque perimido.
Cuando pienso en las personas que pueden ayudar a que los desafíos de la inclusión de la tecnología en la enseñanza puedan ser abordados y los riesgos minimizados, pienso en profesionales como Cristina Velázquez.
Cristina tiene el recorrido del docente que, en sus búsquedas, crea y no descansa jamás. En ese recorrido participa de proyectos innovadores emblemáticos; acompaña procesos de innovación en instituciones; apoya y forma colegas.
Cristina tiene la mirada del que sabe porque hace, corrige, reconstruye y vuelve a inventar. Pero si hay algo que la define todavía mejor, es que comparte. En su trayecto como asesora y formadora y a través de la participación en redes se expresa su aporte solidario, que hoy se expande a través de esta publicación. Las ideas, los ejemplos, las actividades y las referencias son puestos a disposición de todos aquellos que enfrentarán el desafío de la incorporación de la tecnología en la enseñanza, algunos en soledad. En este sentido este trabajo se constituye en apoyo, en la ayuda del colega que comparte su propuesta y lo hace de modo amplio, con una enorme variedad de posibilidades, para que cada uno elija la que más sentido tiene para su propia propuesta y en el marco de la realidad de sus prácticas.
Para el docente que no tenga experiencia, hay múltiples alternativas de iniciación, sencillas en su implementación. Para quien sí la tenga, aparecen numerosas posibilidades para seguir enriqueciéndola y expandiéndola. Este trabajo porta la voz del colega innovador, experimentado, creativo y, al mismo tiempo, la del asesor y formador que ayuda en el proceso de inspiración. Presenta los temas y propuestas desde una perspectiva actualizada y despliega recorridos diversos, de utilidad para docentes de diferentes niveles y áreas.
En este epílogo no puedo dejar de pensar en Cristina y su modo de encarar la profesión y la docencia. En esa reflexión deseo que los colegas que consulten esta producción la puedan recrear y compartir, a su manera. El camino de la innovación, con o sin tecnología, es arduo porque implica transformación y revisión continua. En ese camino la ejemplaridad surge del esfuerzo y de la posibilidad de dejar la propia marca en la propuesta construida. Espero que este trabajo sirva para alentar este tipo de construcciones en la comunidad docente.
[i] Mariana Maggio es Licenciada en Ciencias de la Educación y Magíster en Didáctica de la Universidad de Buenos Aires. Profesora Adjunta Regular de Tecnología Educativa de la Facultad de Filosofía y Letras e investigadora de la misma facultad. Gerente de Alianzas para el Acceso Tecnológico para Microsoft Cono Sur. Es coautora de Tecnologías en las aulas. Casos para el análisis. (2005) Editorial Amorrortu, entre otras publicaciones de la especialidad.
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